Origen de la Banda Sinaloense

A finales del siglo XIX, en todas las regiones de México existían ensambles de instrumentos de viento y piano, que tocaban en regimientos militares, fiestas de pueblo y procesiones religiosas, añadiéndose a los ensambles los últimos instrumentos de aleaciones de metal en la segunda mitad del siglo XIX cuando a aproximadamente en la década 1840, se desarrollaron los últimos instrumentos de aliento con los mecanismos que posteriormente fueron insignias para las bandas de viento, tomando en consideración el tiempo que tardó su llegada y comercialización en México; se calcula que el último en tener afianzamiento organológico en las bandas de Sinaloa y en las orquestas fue la corneta ya con su mecanismo de pistones, a mediados de la década 1880. Es en estas fechas cuando empiezan a surgir en algunos pueblos de Sinaloa, especialmente los de la zona serrana, donde tenían integrada su propia banda de música, en donde se usaban bombardinos afinados en la escala de mi e incluso saxofones entre otros instrumentos lo que originó el surgimiento de "bandas orquestas" que en la ciudad solo eran para la élite social, sin embargo, en el resto de las localidades se usaba el rústico sonido instrumental donde los instrumentos eran más escasos. La particular geografía del estado de Sinaloa, ubicado entre el mar y la sierra, y con difícil acceso al resto de México, permitió que diversos ritmos de origen europeo se mantuvieran vigentes entre la población rural.1

El particular sonido de la banda sinaloense es muy similar al de las bandas de viento alemanas y francesas, en lo cual radica la diferencia en la ejecución musical de las bandas del centro-norte de Sinaloa y al sur de este estado. En la zona centro-norte, el fraseo musical es más ligero y matizado, un estilo más occidental europeo y en el sur, el estilo tiene un fraseo muy marcado y un poco menos matizado en la ejecución, algo más influenciado por el estilo bávaro alemán, lo que hizo que diversos investigadores, ubicaran su origen en estas regiones, sobre todo al considerar la intervención extranjera en el estado y de que en Mazatlán a principios de siglo estaba habitado principalmente por inmigrantes alemanes. Sin embargo, la etnomusicóloga suiza Helena Simonett explica que las primeras bandas sinaloenses se formaron por gente que desertaba de las bandas militares y las municipales y se iba a vivir a los pueblos serranos, añadiendo así crédito a los fundadores sinaloenses, que con la influencia rítmica Mayo-Yoreme han contribuido a su esencia.2​ A pesar de todo, no existe una concordancia histórica, que sitúa la influencia musical con fechas anteriores al auge comercial alemán de Mazatlán (1870-1890), pues no solo se trataría de la distribución de instrumentos por medio de la comercialización, sino que también era requerida una divulgación cultural que solo podía darse en una relación estrecha entre los individuos portadores de tales tradiciones y los pobladores de la región, y esa circunstancia sólo se dio en Mazatlán.1​ Es por esto que se refuerza la teoría de influencia francesa y española sobre la influencia alemana en otras regiones de Sinaloa, pues el desarrollo de la música de tambora sinaloense tiene registros y antecedentes anteriores en lugares lejanos de la sierra de Sinaloa donde no existió la influencia alemana, sin embargo, sí influencia francesa posguerra de intervención, así como los remanentes culturales españoles. Así también la evidencia de la conformación organológica de las primeras agrupaciones mazatlecas y las agrupaciones del resto de Sinaloa, por ejemplo: La Banda El Recodo de Cruz Lizárraga de 1938 que tenía una marcada influencia alemana en su estilo de ejecución, con su instumentación que incluía instrumentos de cuerda, en contraste con La Banda Los Tacuichamona de 1888, La Banda Los Sirolas de Culiacán (1920) y La Banda de Los Hermanos Rubio (1929) de Mocorito, cuya integración instrumental eran exclusivamente de instrumentos de aliento y percusión al estilo Galo-Ibérico de la fanfarria, así como también su ejecución.


Durante la primera mitad del siglo XX, Mazatlán experimentó el afloramiento musical del estilo de música alemana, agrupaciones como El Son Tropical Mazatlán (1949), donde también formaba parte Cruz Lizárraga así como también el uso del acordeón que es un indiscutible elemento de la música Bávara, aún a finales de siglo, era posible apreciar en la ciudad agrupaciones de tinte norteño con instrumentos de aliento como lo eran Los Noreños de Mazatlán, al parecer la Banda El Recodo estuvo influenciada por esta corriente al integrar guitarras en su distribución organológica original, y su estilo de acompañar la secuencia armónica y rítmica con la Tuba. Estas comparaciones y el análisis es posible por medio de las grabaciones y registro fotográfico que aún existe. Sin embargo, las influencias musicales son definidas por su instrumentación y no es un fenómeno estático, por lo que la Banda El Recodo ha declarado recientemente que en años posteriores decidieron optar por la organización instrumental de la zona Norte-Centro de Sinaloa, (la cual desde su principio no había integrado instrumentos como el acordeón, ni instrumentos de cuerda) donde la Banda Sinaloense ya estaba establecida tradicionalmente con influencias musicales anteriores a las alemanas.3

Es bueno considerar el hallazgo de instrumentos antiguos relacionados en todo Sinaloa que datan de la época de la Intervención Francesa (1862-1867) de fabricación europea que pudieran contribuir a un establecimiento cercano, referente al inicio y los anales de este género, y aunque solo llegaron algunos de ellos, no se puede poner una fecha de conformación concreta, puesto que algunos instrumentos que son elementales para la designación del género, aún no estaban desarrollados completamente é inclusive, algunos contaban con pocos años de su invención. Por lo tanto proponer una fecha anterior o fijar un origen de facto en otro lugar, significaría una inconsistencia histórica.3

Sin embargo por su falta de exactitud, aún no se ha verificado como real; existe la leyenda de una comitiva francesa que huyó a la zona alta de la Ciudad de Culiacán después de la batalla de San Pedro, y se necesita un estudio especializado, en los descubrimientos de uniformes y armas francesas enterradas en la zona de Colinas de San Miguel y la existencia de un clarinete de metal, encontrado durante la construcción de la Iglesia de Santa Cecilia en la colonia Rafael Buelna, y este clarinete se encuentra incrustado en el altar de la iglesia, mismo que data de la época, así como la existencia de instrumentos antiguos, de fabricación alemana y clarinetes con laminillas de plata en la boquilla, propiedad de algunas personas originarias de San Pedro, Navolato, así como el dato de músicos y soldados argelinos que pasaron por la tierra sinaloense. Aunque se plantea la teoría de que el general Antonio Rosales introdujo la tambora a Sinaloa; sin embargo, esto no está demostrado de manera antropológica ni arqueológica, ni se han encontrado registros de contribuciones relacionadas al ámbito musical.

Incluso, existe la hipótesis de la introducción de este estilo en 1868, por parte de la comitiva que acompañaba al general Rosales, mas los hechos históricos ubican que para ese entonces el General Antonio Rosales había fallecido.

La versión popular adoptada es la relatada por el cronista e historiador Miguel Valadés Lejarza, quien afirmó que la Casa Comercial Melchers, propiedad de Jorge y Enrique Melchers, promovió el uso de los instrumentos para la popularidad del estilo y seguir comercializando con ellos.

La versión menos comercial y sin embargo, la más popular entre los músicos de la zona sureste del estado es la consignada por el músico y director de bandas Manuel Flores Gastelum, quien afirmó con el apoyo de sus investigaciones y deducciones, que la Banda de Tambora sinaloense tenía orígenes franceses. Mencionó la presencia en México del ejército de Aquiles Bazaine y de sus bandas militares, y también la notable influencia que la música y la cultura francesa ejercía en el Presidente Porfirio Díaz, ordenando este, la creación de Bandas de Música en las capitales de Estado, las que ofrecían audiciones en las plazas públicas. También afirmó que las versiones anteriores como las de Eustaquio Buelna, que mencionan "bandas de música" en los ejércitos nacionales, hacían referencia a bandas de guerra comunes y sencillas.

Una forma de entretenimiento común, era ver en los pueblos a las bandas que amenizaban los eventos públicos y privados, donde los músicos eran personas que por lo general tenían otra profesión, como en el caso de la Banda Minera de Guadalupe de Los Reyes, Cosalá cuyos integrantes se congregaban para la orquestación de la Banda. Según lo indica en su libro "Música de Viento" el historiador sinaloense Herberto Shinagawa Montoya, una de esas bandas fue la Banda Los Tacuichamona, fundada en 1888 por el músico Ramón Álvarez Martínez, y sin embargo no fue hasta 1918 cuando se instituyó la primera banda sinaloense en una ciudad y fueron Los Sirolas de Culiacán, fundada por Alberto Ibarra, a su vez, posteriormente siguiendo con el legado familiar, Guadalupe Castro Ibarra, acompañado de su hermano Jesús Castro Ibarra fundador y primer director de la orquesta de la Universidad Autónoma de Sinaloa, quien su propio abuelo, Alberto Ibarra también fue el fundador de la Banda Los Alamitos; Una Banda con antecedentes prerevolucionarios, y el padre de Guadalupe Castro Ibarra: Aristeo Castro, también fungió como cabeza de los Sirolas por aquellos tiempos, existiendo un origen común y una línea muy tenue entre la orquesta y la banda. Guadalupe Castro Ibarra también fue miembro de la Banda Los Embajadores del Ritmo de Culiacán, Los (Nuevos) Guamuchileños, Banda Los Muñóz y La Banda Ejidal de Culiacán. Guadalupe Castro Ibarra entró a la banda Los Sirolas a la edad de 12 años, tomando las riendas de esa institución musical en el momento del fallecimiento de su padre Aristeo Castro, en 1943. Partiendo de este práctico formato, muchas otras agrupaciones definieron su conformación y su moda. A partir de entonces, muchas bandas la tomaron de precedente, como fue el caso registrado de la Banda El Recodo, quedando también en relevancia la banda contemporánea de Severiano Moreno, quién desde El Rosario se inició en la música de orquesta tocando la Flauta y el violín, sin embargo durante la revolución, subió a las tierras del centro de Sinaloa con una agrupación que también consistía en un orden similar a la de Ramón Álvarez y a la del "Sirola"; Severiano Moreno también fue compositor de muchas piezas y marchas que contribuyeron al repertorio de la Banda sinaloense y la música de la llamada localmente "Banda Orquesta", como son: Morena, Cuanto Te Quiero, Vals Maby, entre otras. Es por estos antecedentes que, aunque se considere un resultado de influencias extranjeras, su importancia histórica, su esencia y tradicionalidad, son factores que la hacen distintiva del pueblo del Estado de Sinaloa desde finales del siglo XIX hasta el siglo XXI.

El primer divulgador de la banda sinaloense fue el cantante Luis Pérez Meza quien, aprovechando su fama, organizaba caravanas artísticas con las que recorría México acompañado por mariachi y bandas. Después de décadas de esfuerzo, este cantante logró por primera vez llevar una banda a Estados Unidos para acompañarlo a una presentación en el Million Dollar Theater de Los Ángeles en septiembre de 1982 y se trataba de la banda El Recodo.

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